domingo, 19 de mayo de 2013

“La que está de moda ñiño”


“La que está de moda ñiño”

Juan Diego Perdomo Alaba

Recién cumplía 16 años. Iba al centro histórico a cumplir con las tediosas clases de apreciación musical en la otrora Escuela de Bellas Artes. Desde allí, aborrecí canciones como De música ligera, Una canción, Lamento boliviano, Mi historia entre tus dedos y otras. 

El pichón de guitarrista se iniciaba fracasando acordes de alguna de esas en la Plaza de San Diego. Zona natural de intolerancia, apta para el patetismo y otras lides.

Cuando nos ponían a leer partituras golpeando las notas con la palma en el regazo, me aburría e iba a caminar las murallas con el deseo inexorable  que alguna familia extranjera me adoptara para no tener que estudiar ni trabajar.  O que algún sujeto como Fernando Vallejo ofreciera ser mi mecenas. O que el tío traqueto de mi novia me propusiera raspar coca, lo que fuera que llenara mis bolsillos llenos de motas, hospedaje de quinientos o mil pesos.

Llegaba la tarde y la 'pava' del regreso. Para paliar el suplicio de montar en buseta en Cartagena, se es selectivo. Que si hay puesto, que la silla, que el  color y los adornos, que el chofer. Pero el principal ítem de selección era: la emisora.

Un Radio Tiempo post Salserín nos proveía hasta el hastío bobaliconas tonadas. Entonces el bus o la buseta  que las sonara era la ungida.  

Pero no siempre era así,  a las 6 de la tarde era difícil. Su estación hermana y vecina, Olímpica Estéreo mandaba en esa franja con El (((C-e-n-s-u-r-a-d-o))) del entonces todo poderoso, pedante y  majadero ((C -e-n-s-u-r-a-d-o))). 

Era un programa con bit de champeta, sabroso. El único lunar, su conductor. Monarca de su pequeño feudo radial, colgaba, insultaba y barría y trapeaba con sus oyentes. Pero ellos lo amaban porque les daba lo que querían: champeta y más na.

Hoy, por supuesto, todo es muy apocalíptico. De música nada. Una canción es una diatriba sexual. Un lamento erótico, donde la única historia sobre dedos habla de meterlos en los esfínteres de una fémina o como la define el ‘género reggaetón’: una gata.

Ya no hay quien se tire del puente de una guitarra. Prefieren salvarse tras una vacua pista y un distorsionador de voz.

La placita de San Diego se ha estilizado: hoy vende fritos en samovares y aloja al hipster cartagenero. (LeerEl hipster Cartagenero)

En la actualidad las notas musicales son una comparsa de borrachas, díscolas que no se dejan consentir. Cuánto diera por volverlas a tener en mi regazo, sobrias y señoriales.

Ese tiempo fue mejor. Hoy gano un buen sueldo pero tengo 15 deudas. Malas per se. Me quedo calvo y tengo una neuralgia que me está matando.

Disfruto al Vallejo provocador y genio y celebro que le joda la vida a Gabo, por poder hacer tanto por este país y no hacer nada. Su razón tendrá el Nobel.

Hoy la juventud es tan facilista como mis ideas de movilidad social de hace 14 años. Es la época de lo expedito, rápido, y exprés. Existe una creciente demanda de delincuentes a sueldo: asesinos, fleteros, jíbaros, cobradores de 'vacuna', campaneros y reclutadores de estos. Y hay miles dispuestos a suplirla. El 'reggaetón' también es un matón que no entró en la ley de Justicia y Paz, sus atentados sonoros seguirán impunes y las emisoras continuarán  haciendo apología al delito. 

Nada pasa. Los medios se regodean llenando sus arcas sin construir tejido social haciendo de la responsabilidad social un ladrillazo que hay que cumplir con dos cuñas baratas. Entonces es cuando el uno se pasa la pelota con el otro: “Los medios no educamos, es la escuela” “La escuela no corrige, son los padres” y los padres en su intento de instruir pierden ante el poder irresponsable de los medios y la mediocridad educativa. Así, ante la desidia colectiva, el chico y la chica solo piensan en bailar ‘sexo en la playa’ en el salón de clases. El resto de la historia la conocemos.  

-¿Aló?
–Qué pasa pa…
-¿todo bien papi?
–Sisa men, pa´ que me pongas un tema ahí
-¿Qué canción quieres pa?
–Sexo en la playa pri, ella sabe pa´ quien es…
-Eso va bro pártecelo (SIC)…Ya te la pongo ¿Cuál es la que está de moda ñiño?...

viernes, 10 de mayo de 2013

Los últimos minutos de Campo



Por Juan Diego Perdomo Alaba 

-No debí hacerles caso padre…Fíjate, Ernesto, Juancho, Paché…todos los colegas que de verdad me quisieron me lo advirtieron.

-Y los demás... ¿A quiénes te refieres cuando dices que no debiste hacerles caso?

-Los demás padre, los demás me tiraron a un abismo. Y aquí estoy, conectado a una bala de oxígeno, solo. Ellos saben quiénes son.  

-Te sientes mal por eso ¿verdad?

-Me inquieta más pensar que sabía en lo que me metía. Accedí al capricho de quienes me llamaron, visitaron y abordaron, correteándome, insistiéndome que yo era el hombre, que podíamos sacar la ciudad adelante. Padre, más que nadie conocí los vericuetos políticos. Tú sabes que me codeaba con todos, a todos les mamaba gallo y les sacaba más que una sonrisa…

-Qué vaina… ¡Pero pudiste ganar solo, la gente te amaba y se veía en ti!

-Qué va padre, en Cartagena eso no es suficiente. Necesitaba aceite. Mira, acá entre nos, mucha gente me ofreció el oro y el moro. Me apabullé, era impresionante. Lo consulté con la nena y pensé que si todo era para el bien de Cartagena no había razón para rechazar a quien quisiera aportar con tal de presentar una propuesta incluyente, pero ya ve lo que pasó…

-Y ahora ¿Qué piensas?

-Que cometí un error padre… ¿Ves cómo estoy? –el sacerdote fija su mirada en unos ojos encharcados y marchitos-– Me costó la vida, padre…nada más…-entre sollozos clama-

-El padre contiene las lágrimas y le contesta: -Ten fe hombre, confiando en Dios saldrás de esta…ya verás.

-Quiero estar bien, necesito otra oportunidad… pero…sonará contradictorio lo que le diré, pero  la única manera padre, que contemplo para salir de todo esto es yéndome…

-¡Cómo yéndote! Y tu familia, Cartagena…

-Erdaa mi familia…a ver…pudieron hacer tanto… ¡Cartagena! Padre, me duele. Intenté hacerme a su imagen y semejanza para poder entenderla y fíjese que lo logré…Eso, por lo menos, me place.

-Algo para decirle a tu gente si te vas.

-Que se una, que converse, que se abrace. Que no se haga daño. Que deje  de hacer cosas cada quien por su lado para beneficiar a unos en perjuicio de otros. Quiero ver una Cartagena donde de verdad haya campo para todos.

-¿Tu legado?

-Fatigado y con precaria dicción concluye -¿Quieres má...? Ese es padre, no podemos equivocarnos dos veces.

Este relato hace parte de la ficción.

domingo, 5 de mayo de 2013

Acción individual de impacto colectivo


Por: Juan Diego Perdomo Alaba.

Si cada sujeto tomara consciencia de no arrojar residuos sólidos a la calle, si utilizara -las pocas canecas- que hay para botar la basurita, el impacto ecológico y de conservación de la ciudad mejoraría, así nos beneficiaríamos todos.

Si cada peatón y conductor acatara las normas de tránsito que a cada quien atañe, sin ventajas, arrogancias y egoísmos,  la precaria movilidad de la ciudad mejoraría. Llegaríamos más rápido a nuestros destinos, los niveles de estrés se reducirían y los índices de accidentalidad bajarían.

Si cada sujeto tomara consciencia  que su vecino tiene derecho al silencio y que el derecho a hacer daño no existe, no nos eliminaríamos, no descalificaríamos al otro para validarnos, craso error cotidiano.

Si cada individuo tomara consciencia de la importancia de elegir bien a sus gobernantes,  ya que de ese pequeño acto depende en gran medida el futuro del lugar donde reside, el ladrón trabajaría, el indigente y el drogadicto se resocializarían, la madre soltera no se llenaría de hijos y la mayor de sus hijas no sería abusada. Hubiese más canecas y menos basuritas en la calle...comprando conciencias a $20 mil en un carro sin papeles en regla, con un jingle en ritmo de reggaetón a todo volumen que si acaso podrá moverse un metro cada quince minutos.

Si luego de escoger un buen dirigente usted se concienciara de cumplir con el pago de sus tributos, de 10 en 10 una comunidad tendría la calle que tanto pidió, el colegio que anheló y la cancha que con recursos propios empezó y no terminó. Como diría el columnista Héctor Riveros, “consensos colectivos para propósitos comunes”.  

Quimera, lugar común…Romanticismo diría usted que me lee. De acuerdo. También detesto leer lo que medio mundo ha dicho. Pero si el otro medio no reacciona: ¿vale la pena seguir viviendo en un orden de cosas donde impera el individualismo colectivo negativo, sin que nunca se haga o pase nada?  

Obras son amores y no buenas razones, dice el adagio popular, el amor no es solo entre dos, debería ser una acción individual de impacto colectivo.

Dejemos de un lado el confort, emprendamos una acción individual, cualquiera, que repercuta en los demás; quehacer que a la larga, terminará impactándonos.

Y como dicen los exitosos del Coaching empresarial: “Solo llegas más rápido; en equipo lo harás más lejos”.

Cucayo: "El mal menor" debería dejar de ser la filosofía de vida de los cartageneros. "Así es que nos estamos mamando la ciudad" diría un ex concejal amigo. 

Foto cortesía @rinconinvisible