sábado, 23 de octubre de 2010

UN OSCURANTISMO MODERNO.


Por: Juan Diego Perdomo Alaba.

Existe una frontera borrosa entre el modernismo y lo que podría ser el post - modernismo. No hay una transición que delimite el paso de una a otra, sin embargo, la difuminación de ese confín lleva consigo tres aspectos fundamentales: El capitalismo salvaje, la lucha constante por el hedonismo y la comunicación de masas.


La modernidad estética reposa en un concepto de vanguardia constante. El afán por dar un paso siempre adelante, de ir en busca de lo desconocido y romper paradigmas, son las características de esta. Todas las formas estéticas giran en torno al prefijo “revel” RevelArte, revolución, rebeldía.

Algo curioso es la consciencia retrospectiva progresista de la modernidad estética, la permanencia de los referentes que subyace en las mentes modernas para tomar elementos del pasado e innovar en el presente. Lo risible de esto es el viraje escandalizador y anti - convencional que se le da a estos elementos sin importar reglas morales y estéticas.

No obstante, la vanguardia empieza a difuminarse a mediados de los años 60, y esa modernidad crítica, analítica, vanguardista, creadora, prolífica de tendencias estéticas y político - sociales, se ve interrumpida por la lucha de mercados capitalistas donde los objetos pierden totalmente su valor de uso y pasan a ser tendencias de moda mediáticas que determinan status. El vivir por la delectación y el hedonismo, es decir, trabajar y hacer dinero para producir placer y, los medios de comunicación determinadores de opinión y productor de mentes pasivas y amorfas carentes de discernimiento crítico.

De ese modernismo sólo queda el peligroso rezago de un libertinaje social: mentes sin parámetros, sin rumbo, confundidos y perturbados, para lo cual, y según el más brillante de los neoconservadores americanos Daniel Bell, la única solución a este “libertinaje” es la inquisidora idea de un resurgimiento religioso. Según la anquilosada mente del Sr Bell, “La fe religiosa ligada a una fe en la tradición proporcionará a los individuos identidades claramente definidas y seguridad existencial”.

La pregunta que se hace Habermas en su análisis Modernidad versus Postmodernidad, es si en realidad este fenómeno lo podríamos determinar como el paso definitivo de la modernidad a la postmodernidad, premisa que teniendo en cuenta todo lo anterior, la podríamos asimilar como un retroceso al oscurantismo medieval, un oscurantismo moderno.

martes, 19 de octubre de 2010

MARIO ALCALÁ (CINEMA W) VS RUBÉN MENDOZA (DIRECTOR DE LA PELÍCULA LA SOCIEDAD DEL SEMÁFORO) LO QUE NO SE DEBE HACER.


Juan Diego Perdomo Alaba.

Me “patió” por decir lo menos, la entrevista hecha el 26 de septiembre en el programa radial Cinema W dirigido por Mario Alcalá al realizador colombiano Rubén Mendoza, director de la cinta La Sociedad del Semáforo.

Alcalá, que funge como “periodista” cultural en la emisora W Radio, y dice ser un “cacao” en crítica de cine, comienza advirtiéndole a su víctima (el entrevistado) con cierto tufillo de humildad hipócrita, haber pagado la boleta para ver la película que le suscitaría la más visceral de la repugnancias. Y así, se lo hizo saber a Mendoza con eufemismos cínicos y reiterados en una entrevista que duró aproximadamente 18 minutos.

“¿Quisiéramos saber realmente cuál era su objetivo con esta película?”, Pregunta cliché, pero con la carga siniestra de un mercenario con escarapela de prensa. Contesta irónicamente Mendoza: “Hacer una película”.

¡Claro Alcalá!, el impacto es subjetivo. No soy objetivo porque no soy objeto, pero como soy sujeto soy subjetivo. Cada quien adapta lo que observa a sus concepciones internas, a su historia, a su espíritu.

Más allá de la discusión del manejo periodístico de la entrevista que es lo que me invita (o invoca) a escribir, me gustaría preguntar ¿Quién le dijo a Alcalá que el cine debe tener inicio, nudo y final feliz?, ¿Quién dice que el cine debe ser lineal?. Para mentes cerradas y limitadas como las del periodista de la gran cadena Caracol son válidas las cintas inteligibles, básicas, conexas, ortodoxas y fáciles de digerir; el cine es mucho más que eso. Quentin Tarantino, de tajo, y de acuerdo a su estólido concepto, no es de su gusto, pero de seguro es su preferido, apuesto.

La entrevista habla por sí sola, es tan evidente el paroxismo afanoso de Alcalá por desmeritar y vapulear la opera prima de Rubén que lo que yo escriba acá sobra. Lo importante aquí para los que empezamos en el oficio es a no asumir por otros (oyentes – espectadores) un concepto que pensamos es general cuando está de por medio un tema de subjetividades. Para eso hay espacios: columnas, artículos de opinión, ensayos. La peor entrevista es en la que el protagonista es el entrevistador, ese que atropella, rebate y hace catarsis con el micrófono. Alcalá se purificó y nos expulsó irrespetuosamente todo su esputo por el simple hecho no de haberle gustado la película.

Link de la entrevista: http://www.archive.org/details/EntrevistaARubnMendozaEnCinemaW26-9-2010

Nota: No lo pudo haber dicho mejor Rubén Mendoza, y con el perdón de los rolos bacanes que conozco (empezando por este servidor) “Hipocresía rola jarta”.
Gracias a Mario Alcalá que deja al periodismo como un CULO. “ojalá sigan con esa profesión tan linda” (con sarcasmo herido) sentenció, Rubén Mendoza.