Por: Juan Diego Perdomo Alaba
“The tall brewn girls and the strapping boys/The
rolling waves on a uncon light night
And anywhere in the world you be/ San Andrés will be
in your memory”
Fragmento “Beautiful San Andrés”
Mayo
de 2006, desperté mareado. Eran las 7:00 a. m. y el ‘Gigante del Pacífico’ como
le dicen los marinos colombianos al Buque ARC Buenaventura, surcaba los mares del
Caribe colombiano insular, aquel que el próximo lunes, podríamos perder en un
escritorio al otro lado del mundo, en la Haya.
En
un primer fallo en 2007, la CIJ (Corte
Internacional de Justicia) confirmó la soberanía colombiana sobre las islas
mayores de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Sin embargo, el Tribunal, dejó en
discusión la soberanía sobre los demás islotes y cayos, y consideró que en el
Meridiano 82°, no podía asumirse la delimitación y, por tanto, se declaró
competente para fijar una nueva.
Mareado
y estropeado. Llevábamos cerca de día y medio navegando desde Coveñas, Sucre,
donde se ubica el Centro de Formación y Entrenamiento de Infantería de Marina. A
bordo del emblemático buque, una compañía de 74 Infantes incluido, dos Sub Oficiales y una tripulación orgánica.
Me
lavé la cara, cepillé los dientes y salí a babor: conocí a Dios. Suena panteísta,
pero mis ojos se apabullaron ante semejante paraíso marino. Aguas tranquilas con visos multicolores, un
cordón de arrecifes coralinos fáciles de observar por la transparencia exótica del
mar.
Decenas de cientos de especies marinas. Pequeños islotes con vegetación frondosa
que parecían algodones verdes esparcidos en la infinitud del agua de arco iris.
Parecíamos cerca del cielo, estábamos en San Andrés.
Ese
era nuestro destino Divino, ser trasladados luego de tres largos meses de entrenamiento,
al Batallón de Policía Naval Militar Nº1, de la ninguneada y hermosa Isla.
Una Paraíso de
contrastes
Experiencias,
miles. Para un libro de sabrosas crónicas isleñas. Allá lo escribiré, en El
Cove o en Sound Bay, sector San Luis, comiendo fruta pan con limón mientras el
fogón de leña calienta para montar el caldero donde prepararé junto a mi amiga,
Alicia Francis, un espeso ‘Rondón’ con bastante pig-tail (cola de cerdo salado). De fondo, Lucky Dube, quien desde el más allá, celebra el regreso
del Festival de la Luna Verde del que un día fue protagonista.
Espero,
cuando decida emprender mi odisea literaria, poderme encontrar una Isla
distinta.
A
pesar del paraíso geográfico y humano que encontré y dejé en 2008 cuando
terminé mi servicio militar; política, administrativa y socioeconómicamente es una
mierda. Impera la corrupción, sus últimas tres administraciones, de una misma
casa política, han sido ignominiosas. Tiene
un Defensor del Pueblo vitalicio, y lo
que es peor, incompetente. Está superpoblado y la tasa de homicidios es alta. La
criminalidad en la Isla yace gracias al narcotráfico, ya que es un corredor
estratégico para sacar la droga hacía centro y norte América.
Desempleo
alto y la salud en coma. El ‘Amor de Patria’ como se llama el nuevo hospital
departamental, es un “Saludo a la bandera”.
El
ostracismo al que históricamente ha sido sometido del Departamento Archipiélago
por parte del gobierno central (lo
padecemos en toda la Región Caribe) aún persiste.
Para
completar, si en la Haya fallan a favor de Nicaragua (según expertos internacionalistas
es lo más probable), dicen los isleños, perderían su principal despensa
pesquera, los cayos del norte. ¿Qué pasará?
San Andrés separatista
Cuando
pisé la isla, luego de desembarcar del coloso militar, en otro sector,
militantes raizales del movimiento separatista AMEN SD, (Archipielago Movement
for Etnic Native Self Determination, que traduce: Movimiento Archipiélago por
la Autonomía Étnica Nativa) se tomaban la empresa generadora de energía de la
Isla, SOPESA.
AMEN
SD Ver blog: http://www.amen-sd.org/freedom/
es una sociedad que nació en 1999 que cuenta –según la organización- con 8 mil
miembros entre profesionales, intelectuales, académicos y pastores bautistas,
religión predominante entre los raizales. AMEN, en 2007 declaró la “independencia” de
San Andrés en una multitudinaria marcha donde
quemó la bandera de Colombia e izaron la Raizal.
La
pasamos mal ese día, fungimos de ESMAD, nos gritaban que nos fuéramos, que no
querían más la presencia de la institucionalidad en el Archipiélago, que podían solos.
Se
rumoraba se iban a tomar ‘Inravisión’, la antena repetidora, la estación eléctrica,
la Gobernación etc. Mientas tanto, en el
bajo mundo, se frotaban las manos, pues se avizoraba vía libre para pasar droga
a demanda si los de AMEN, cumplían su objetivo: tomarse la isla.
No
pasó a mayores, pero quedó el precedente, había un nuevo grupo de ‘indignados’
raizales, que para bien o mal, prendía un conato de insurrección y emancipación
latente que aún persiste y está expectante del fallo internacional.
“Beautiful San Andrés”
Pero como
dice este bellísimo calipso, compuesto en 1972 por María Cecilia Francis Hall, quiero
volver a verte hermosa, San Andrés.
¡Para
qué mierda las fronteras si no le importas a ninguno! ¿Quién carajos piensa en tu
gente y tu porvenir? ¿Acaso los 15 magistrados de la CIJ, el Estado Colombiano,
Ortega y sus embelecos expansionistas?
Cruzo
dedos para que los nicas no se hagan a algunos de los cayos, sería un escenario
complicado porque a pesar de que las Islas mayores no están en juego, sí
quedarían enclavadas en mar nicaragüense. Ganaríamos en la medida que se fallé
delimitando hacia el occidente de la Isla, pero ganaríamos más si el Gobierno
Nacional mira hacía el Archipiélago –no con ojos de petrolero- respetando su condición de Reserva de Biosfera
Seaflower, aprovechando su vocación
turística y cultural y haciendo presencia –no somera- en el devenir de un
resurgir insular de fondo y forma.
Sea
lo que pase, queda para la historia de mi memoria, que coadyuvé salvaguardando,
fusil en mano y en calzoncillos -literalmente- , la soberanía de uno de esos hermosos cayos en disputa. La más extrema y
bella experiencia de mi vida, un mes entre tú y el mar, de testigo el sol, las
barracudas, las rayas, las inmensas tortugas de mar y las estrellas.
Espero
escribir con más detalle ese episodio
allá mismo con León, mi hijo, decirle que esa arena blanca y gruesa que pisa es de
Colombia y que el fallo de la Haya, los AMEN SD, el narcotráfico, la corruptela
isleña y la desidia estatal son “materia olvidada”. León, mientras tanto, complacido y orgulloso, me tarareará “Beautiful San Andrés”…
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